Bañar a tu bebé prematuro

Es probable que los/las enfermeros/as de la unidad te den algunos consejos sobre cómo cuidar con delicadeza a tu bebé prematuro, lo que suele incluir cómo bañarlo en casa. Si es necesario, pide al equipo sanitario del hospital que utilice un muñeco para demostrarte cómo bañar a tu bebé. Este proceso es muy distinto del baño de los bebés nacidos a término, debido a las necesidades únicas de los prematuros.

 

A menudo se recomienda a los padres de bebés prematuros que le den un baño envolvente. Esto quiere decir tu bebé está envuelto en una manta o toalla suave durante el baño. Debe ser fina y estar húmeda, pero no empapada. Para algunos bebés la hora del baño puede ser un poco estresante, por lo que pueden sentirse más cómodos si se les envuelve. Asegúrate de que los pies de tu bebé siempre puedan tocar el fondo de la bañera, ya que esto puede ayudarle a sentirse tranquilo y seguro.

 

La temperatura ideal del agua para el baño es de 37 °C (98,6 °F). Bañar a tu bebé prematuro es mejor que limpiarlo con un paño toallita, al ser más suave para su piel. El baño también tiene beneficios emocionales, ya que favorece el contacto corporal con el bebé y puede ayudar a calmarlo. Puedes bañar a tu bebé de dos a tres veces por semana, y cada baño debe durar entre cinco y diez minutos. Procura que el baño sea corto, ya que los bebés prematuros pueden tener dificultades para mantener su temperatura corporal.

 

A la mayoría de los bebés prematuros les resulta más agradable bañarse en una bañera para bebés (como una Tummy Tub, un cubo especial para bañarse) que en una bañera de tamaño normal. Las paredes de su pequeña bañera pueden recordarles a la cercanía y comodidad que sentían en el útero⍰. Muchos bebés incluso se quedan dormidos durante el baño.

 

Utiliza un gel de baño de pH neutro que tenga ingredientes que cuiden de la piel. Durante el baño, cubre el cuerpo de tu bebé con agua, dejando la cabeza y el cuello secos. Desenvuelve suavemente cada parte de la manta para lavar la piel de tu bebé, zona por zona. Ve despacio y con cuidado, hablando o tranquilizando a tu bebé mientras lo lavas. Empieza limpiando las partes más sensibles, como sus ojos. Límpiale suavemente los ojos con un algodón o con una esquina limpia de un paño suave humedecido en agua. Utiliza un algodón nuevo o una parte limpia del paño para cada ojo, para evitar el contagio con gérmenes⍰. Después, sigue lavando el resto del cuerpo de tu bebé con un limpiador suave para bebés, insistiendo en el cuello, los brazos y los pliegues de las piernas. Aclara con suavidad, pues los bebés se sobresaltan con facilidad. Evita verter agua sobre la cabeza o la cara del bebé.

 

Después del baño, envuelve a tu bebé en una toalla seca y sécale suavemente la piel. La piel húmeda puede llevar a la pérdida de calor incluso en un ambiente cálido, por eso debes secarle la piel directamente después del baño. Si notas sequedad en su piel, aplícale una crema o loción suave de tipo emulsión. A los bebés les gusta el tacto suave de la loción sobre la piel. También es buena idea hidratar con regularidad la piel de todos los recién nacidos, sobre todo a los que tienen la piel seca por naturaleza. Asegúrate de que los productos que uses no contengan perfumes, aromas, conservantes ni parabenos. Sostén a tu bebé piel con piel o envuelto en las toallas calientes. Una vez seco, vístelo suavemente con capas cálidas para que se sienta cómodo. Háblale o cántale: la hora del baño es una gran oportunidad para fortalecer lazos y ayudar a tu bebé a sentirse relajado y seguro.