Criar a un bebé prematuro que se convirtió en un niño con necesidades especiales ha marcado profundamente nuestras vidas. Nuestra historia comenzó en la semana 27 de embarazo, con un bebé que pesaba solo 980 gramos. De repente, nos vimos sumergidos en un mundo desconocido y, desde 2014, hemos aprendido a valorar cada pequeño logro que hemos conseguido en el camino.

Hemos tenido que hacer frente a retos como dificultades para alimentarnos, parálisis cerebral, espasticidad y problemas de equilibrio. Durante más de una década, hemos recurrido a diversas terapias para favorecer el desarrollo motor y psicológico.

Integrar a un niño con necesidades tan complejas en la educación convencional no es nada fácil, y la sociedad aún no está totalmente preparada para aceptar y apoyar a estos niños. Como padres, nuestro objetivo es ayudar a nuestro hijo a ser lo más independiente posible.

El mayor progreso que hemos logrado proviene del amor y el esfuerzo que hemos dedicado a este viaje. Ha sido un camino lleno de esperanza, fe y amor.